domingo, 22 de julio de 2007

WABI y SABI

Todos aquellos que hacemos Bonsái hemos oído en algún punto del camino las palabras Wabi y Sabi. También hemos oído, con seguridad, algunas explicaciones acerca de lo que significan, pero creo que no se tiene en general, una idea acabada de lo que encierran sus significados.
En primer lugar, creo que hay que aclarar que son dos palabras que nombran dos conceptos, por lo cual su traducción literal es bastante difícil pues, como sucede con los nombres japoneses, por lo general encierran múltiples conceptos e ideas, no por ambiguos, sino por la posibilidad de la interpretación diferente.
De todos modos, de lo que se trata es de aprender los conceptos para así poder llegar a reflejarlos en nuestro arte, comprendiendo a la vez que son parte de la filosofía oriental para la vida, no solo el Bonsái.
Vamos a probar: dice el libro que la traducción literal de wabi es pobreza. Claro que esto expresado así no dice casi nada. Esa pobreza se refiere a la liberación de la persona del mundo material, se refiere a la ausencia de necesidad de cosas materiales, no a la carencia. Se refiere a sencillez, con paz y armonía, a la falta de pomposidad, a la simpleza, desprovista de adornos innecesarios. Quizás la palabra que podría acercarse es austeridad.
Sabi por su parte denota soledad, desolación, sentido de transitoriedad, impermanencia, mutabilidad, además de falta de sofisticación afectada acompañada de cierta imperfección y antigüedad.
Quizás la conjunción de las dos, nos hable de simplicidad en los elementos, sencillez de expresión, humildad en la manifestación, naturalidad en la representación, alegría en el hacer, melancolía en el conocimiento de la transitoriedad; impermanencia, en fin, de las obras humanas.
Tal vez nos hablen de la enorme belleza, certeza, grandeza y majestuosidad de las cosas en constante mutación, de la inconclusion, y por sobre todo, de la imperfección.

En adición a Wabi y Sabi hay características del arte Zen que deben ser observadas y deben estar presentes en toda obra de arte Zen.

Asimetría: Para lograr el balance y el equilibrio no es necesaria la simetría total. La asimetría implica la imperfección presente en la naturaleza.
Simplicidad: En Bonsái decimos " menos es más". Solo los elementos necesarios resaltaran el diseño del árbol.
Sublimidad austera: Solo los elementos esenciales, la aproximación minimalista son necesarios para expresar las emociones del artista.
Naturalidad: Se debe desproveer a la obra de toda artificialidad. No debe denotar la mano del hombre.
Profundidad sutil: La obra debe transmitir sentimientos profundos sin imponerlos.
Libertad de ataduras: El artista debe trabajar sin poner freno a su inspiración.
Tranquilidad. La obra debe transmitir ese sentimiento de tranquilidad, de paz al observarla.
Inspiración personal: A partir de los preceptos de diseño y de los estilos del Bonsái, el artista debe plasmar en su obra el sello de su personalidad, de su identidad.
Creo también que lo que tenemos que comprender es la compleja sencillez de la filosofía oriental, en donde a partir de dos palabras (conceptos), se puede implicar un mundo de cosas a la vez sencillas.
Leí por ahí que los artistas japoneses del Bonsái trabajan de forma más intuitiva que los occidentales. Creo que lo que el colega llamo intuición es la total incorporación de todos estos conceptos. No solo en su arte, sino en su vida.
A lo mejor si llegamos a comprenderlos cabalmente logremos trabajar en forma "intuitiva". Ojalá.

N. del A. Los elementos del arte Zen son tomados de prestado. Los comentarios, mios. Ah, el resto, también.
Francisco Capellades